Descubriendo la oscuridad capítulo 3
Capítulo 3
Sueños tormentosos
Había conseguido dormir un par de horas seguidas sin despertarme, no entiendo porqué toda la noche me la pasé despertandome a cada rato con pesadillas que me ponían los pelos de punta, haciendo que abriera los ojos sin dejarme conciliar el sueño. Miré el reloj y aún eran las 6, decidí levantarme antes de quedarme más atontada intentando dormir, si no después me costaría más ir a la universidad.
Bajé a la cocina y preparé el desayuno para mi mamá, seguramente se despertaría en un rato y quería darle este pequeño detalle. Había pasado una semana desde que vi esas pequeñas figuras encima de mi cama, al día siguiente me enteré que había sido cosa de mi vecina, la hermana pequeña de Luck, amigo y vecino desde que nos mudamos a este barrio hace unos díez años. Por lo visto está en clases de cultura japonesa y le están enseñando el Origami y si a eso le sumamos su pasión por colarse en mi casa con la absurda idea de que Luck y yo estemos juntos nace este coctel explosivo de bromas. Pero no comprendo como le dio tiempo a quitarlo todo de golpe, seguramente estaba escondida en alguna parte de mi habitación. Siempre tengo la ventana cerrada pero sin seguro y desde el árbol de al lado con un poco de habilidad era muy fácil acceder.
Dejando a un lado el tema del Origami el cual era el menor de mis problemas, desde ese día no dejaba de sufrir terribles pesadillas, me despertaba en mitad de la noche sudando y respirando con dificultad. Notaba una opresión en el pecho que me ahogaba. Mi cara demacrada dejaba ver mi problema con el sueño y Lizz y mi madre empezaban a preocuparse. Insistían en que fuese al psicólogo pero no quería ir a un loquero por no poder dormir bien, ya se me pasaría. Pero no me lo podía quitar de la cabeza, esos sueños y esas... alucinaciones, como la que vi una semana atrás en la que por primera vez el espejo me jugó una mala pasada.
Escuché pasos en el piso de arriba y sonreí pensando en mamá, ya estaba preparandose para el trabajo. La vi bajando por las escaleras con su piel pálida y sus ojeras, había estado trabajando hasta tarde y a su edad ya no estaba para eso. Era joven todavía pero la vida le había lanzado malos momentos. Desde la muerte de mi padre se refugiaba en su trabajo, al que cuida con cautela y recelo, me recuerda a él.
-Buenos días cariño. ¿Pesadillas?
-Hola mamá. - Le di un beso en la mejilla. - Sí, no dejo de despertarme sin poder dormir apenas, y llena de sudor.
-¿Qué sueñas?
-Cosas tormentosas, mamá. ¿Crees en el significado de los sueños?
Noté como su cara cambió por completo y se descompuso un momento, cuando vio que la miraba recobró la compostura me miró sonriendo mas tranquila y habló.
-Casey, en este mundo puedes creer en todo lo que veas ,y si tu instinto te dice que algo existe, no debes cerrarte a la posibilidad de que así sea.
-Veo sangre, mucha sangre y gente aterrorizada gritando sin parar y huyendo de algo.
-Has tenido una semana dura, cielo; el estres juega malas pasadas, deberías tomártelo con más calma. La vuelta a los estudios siempre causa algunos trastornos.
-Pero nunca he tenido nada parecido que yo recuerde.
-De pequeña sí.
-¿Sí? - Pregunté intrigada.
-Recuerdo cuando eras pequeña que te ponías a escuchar detrás de la puerta – sonríe - y cuando tu padre me comentaba algún crimen te tirabas toda la noche soñando y no podías dormir.
-Era distinto, mamá. Era una niña.
-Para mí lo sigues siendo, Casey.
-Uff, son las 7 y aún no me he vestido, Lizz estará a punto de venir, como vea que no estoy preparada me va a matar.
Me levanté sin despegar los ojos del reloj de la cocina y le di un beso a mi madre. No se que haría sin ella y sin estas conversaciones tan cotidianas.
Me vestí y me fui al baño a lavarme la cara y peinarme, sentía verdadero temor mirar al espejo desde que empecé a ver estas extrañas imágenes. Con miedo me miraba mientras torpemente me arreglaba. Por suerte no vi nada diferente y suspiré aliviada. "Estrés" me dije a mí misma.
Bajé al salón a esperar a mi amiga y cuando miré el móvil para ver si tenía algún mensaje vi la hora. Por Dios son las 7:50, ¿dónde demonios está Lizz? La llamé pero sólo me saltaba el contestador. Fui a la cocina a llamar a mi madre a ver si aún estaba, pero mi madre ya se había ido al trabajo. Busqué en mi agenda del móvil y llamé a su casa, nada, sin respuesta. Mierda, en estos momentos deseaba tener coche y poder valerme por mí sola. Tenía carnet desde hacía años pero no había encontrado oportunidad ni dinero para comprarme uno, sólo cogía el de mamá. La universidad estaba a una distancia considerable como para ir andando: no llegaría ya a la primera clase.
Me quité los tacones y me puse mis deportivas que también pegaban con los vaqueros y salí con la mochila al hombro y la carpeta en el brazo. Cambié de idea y mi destino era ir a casa de mi amiga, ella nunca se retrasaba, era raro. Cuando estaba llegando desde la calle de atrás vi sirenas de policía que alumbraban toda la zona, y mi corazón se comprimió asustada y atemorizada sin poder dejar de pensar en mi amiga y en si le había sucedido algo. Salí corriendo alegrándome de haber escogido las zapatillas de deporte. Cuando llegué vi a Lizz arropada con una manta y lágrimas por sus mejillas, vi también el coche de mi madre aparcado en la entrada y supe que algo muy malo había ocurrido. Me acerqué a ella y la abracé.
-¿Qué ha pasado?
-Anoche...-el llanto no la dejaba continuar. -mi madre salió y yo estuve esperándola.
-¿Y? ¿Qué pasó?
-Me acosté cuando eran las 4, pensaba que estaba con mi tía aún en la despedida de soltera de su amiga, pero cuando esta mañana me levanté y la llamé por la casa no estaba.
-¿Qué hace mi madre aquí? - miré a Lizz, quien tenía la mirada perdida y no paraba de llorar.
-Encontré a mi madre muerta en la parte de atrás de la casa. Sólo había sangre y ella no se movía, estaba muerta, Casey, mi madre ya no está.
-Oh Dios, tranquila, lo siento mucho, de verdad. -Dije abrazándola y con los ojos apretados.
No sabía qué hacer, cómo iba a consolar a mi amiga por la muerte de su madre ¿se puede consolar eso?
-Voy a buscar a mi madre a ver que nos cuenta.
Intenté avanzar pero no me dejaban pasar los guardías que habían en la entrada. "Soy hija de la doctora Beryer, déjenme pasar" – grité, pero no me dejaban. Cuando vi a mi madre asomarse y hacer un gesto con las manos se quitaron de delante y pude avanzar.
-¿Qué ha pasado mamá?
-Es mejor que no lo veas, ha sido algún animal y no es recomendable que lo vea. Quédate con Lizz, te necesita.
Hice caso a mi madre y volví con mi amiga; estaba destrozada, si lo que decía mi madre era cierto y el cadáver estaba en ese estado será algo que no podrá olvidar facilmente.En mis brazos desolada sin dejar de llorar y abrazada a mí de pronto se abandonó y cesó al descanso, se desmayó y en ese momento tuvo algo de paz. Se le venía un mundo bastante abrumador encima. Lizz nunca conoció a su padre, creció sin él y sólo vivió bajo el cariño y el cuidado de su madre: según me contó nunca habían hablado de él, y ella no tenía interés alguno en conocerlo. Ahora prácticamente estaba sola, sus familiares no vivían en la ciudad. Sopesé la idea de que se viniera a casa una temporada hasta que se repusiera un poco de este duro golpe.
El médico de la ambulancia le inyectó un valium para que pudiese descansar un poco, me quedé con ella al lado de la camilla del vehículo, y pediría a mi madre que nos llevara a casa para que descansara allí.
Una vez en casa estuve pendiente de ella para ver como iba evolucionando; ya era de noche cuando despertó y abrió los ojos.
-¿Qué tal te encuentras?
-No lo sé.
-He hablado con mi madre, y nos gustaría que te quedaras una temporada aquí con nosotros.
-Gracias, Casey. -Y se echó a llorar de nuevo.
La abracé y cerré los ojos intentando transmitir a mi mejor amiga todo lo que siento por ella, que se sintiera arropada, pero ni el mas grande de los apoyos iba a suplantar la vida de una madre, algo que ella ha perdido hoy y de una manera muy cruel. Tenía un nudo en mi interior que no quería y no podía dejar salir; al menos no ahora cuando tenía a Lizz llorando en mis brazos completamente desolada. No era el momento adecuado de ser egoista y pensar en mí misma con lo que estaba pasando. Me di cuenta de que había olvidado la charla con mamá hasta ahora y recordé sus palabras. "Es mejor que no lo veas, ha sido algún animal y no es recomendable que lo vea. Quédate con Lizz, te necesita." ¿Qué coño habrán hecho son Selby, para que su hija esté así y mi madre no quisiera que me acercara a su cadáver? Se me contraía el pecho al pensar en lo que tuvo que presenciar una chica de 21 años y más aún siendo su propia madre. Lo que no puedo llegar a entender es que Lizz no escuchase nada ni se asomara, sea lo que fuere lo que atacó a esa mujer tuvo que haber gritado aunque sólo fuese al ver algo acercarse a ella. La incertidumbre me mata al no saber que diablos ha pasado aquí.
Habían pasado unas horas hasta que Lizz despertó después de quedarse dormida agotada por el llanto. Le ofrecí algo de mi ropa y le preparé un baño caliente con bastantes burbujas de esos que tanto le gustan. Con una sonrisa triste accedió y se metió en el baño de mi habitación. Mientras tanto yo bajé al salón a ver si por fin venía mamá. Vino al mediodía y antes de comer se tuvo que ir de nuevo. Me senté a esperarla y a los cinco minutos de estar ahí escuché las llaves y salí a recibirla. Tenía la cara más pálida de lo habitual y una tristeza visible en los ojos. Su preocupación era evidente y mis preguntas no podían esperar mas. La acompañé a la cocina donde abrí la nevera y saqué una botella pequeña de agua, y sin dejar de mirarla a los ojos la pregunté:
-¿Qué sabes mamá?
-Aún nada hija, Selby ha muerto desangrada ante un ataque. Tenía la cara desfigurada y...
-¿Y?
-No tenía garganta. -Después de un silencio y mi cara de descomposición continuó. -por lo que deducimos que la atacó un animal salvaje.
-Anoche fue luna llena. - Mi madre tragó saliva.
-Es cierto y algunos animales con la luna llena se vuelven algo más agresivos.
-Mamá. - La miré con los ojos llorosos.
-¿Qué pasa?
-¿Recuerdas que te conté que había tenido pesadillas esta mañana?
-Sí- Me miró extrañada ante mi pregunta.-¿Por qué lo mencionas, Casey?
-Porque en la pesadilla la madre de Lizz moría degollada.
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