Alma Weslym: Mordiscos de Realidad - Capítulo 2 La cabaña del lago


Alma Weslym: Mordiscos de Realidad


Capítulo 2
La cabaña del lago

Seguía en un viejo Motel de carretera esperando que llegase West con mis libros. Le había llamado un par de veces al móvil y me saltaba el contestador. Seguramente estaría reunido con Luck negociando alguna novela nueva.
Estaba segura de que no sería mía.

Me serví una copa y me fui a la cama a tumbarme un rato, miraba al techo con el vaso en la mano sin dejar de pensar en los últimos meses.
Mi atasco con la escritura, mi pelea con Andy, mi hija... era mucho para procesar. No podía escribir y era culpa de todos mis problemas personales. En lugar de refugiarme en mi trabajo me refugiaba en el alcohol y las pastillas.

El chirrido de la puerta me sacó de mis pensamientos. Era West acaba de llegar con mis libros.
Los revisaría uno a uno hasta dar con lo que buscaba. Estaba segura de que había visto esas pesadillas antes, y lo que era mas inquietante, estaba segura que las había creado yo.

-Te he estado llamando un buen rato West, ¿donde demonios estabas?
-Venía de camino y no podía cogerlo. - soltó la caja que traía y me miró con una cara que me preocupó. - Todo estaba lleno de policías.
-¿Policías? - Pregunté extrañada. - ¿qué ocurre?
-Ni idea. Pero algo gordo.
-Tenemos que irnos de aquí . -Me puse nerviosa y fui al armario por mis cosas.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Lo que menos me conviene ahora es estar en un lugar donde vendrá la prensa.
-Pues si quieres que nos vayamos tenemos que hacerlo ya, este lugar estará en televisión pronto. - Me advirtió mientras miraba por la ventana . - No sólo hay periodistas Alma, estoy viendo vehículos de CNT.
-¡Vamos West!

Salimos del motel intentando pasar desapercibidos. Me puse una gorra, unas gafas de sol y una chaqueta que me quedaba grande, intentando no llamar mucho la atención y pasar como una turista mas.

-Ey disculpe. - Uno de los policías me llamó.
-¿Sí? - Respondí nerviosa sin darme la vuelta.
-¿Es suyo ese coche rojo?
-Eh...si ¿Ocurre algo agente?
-No, nada. Por favor ¿sería posible que lo quitara? Necesitamos espacio para los vehículos.
-Si claro, de hecho iba a eso ahora. - Rezaba para que no me pidiese que me mostrara.
-Muchas gracias, puede continuar.

Respiré aliviada y aceleré el paso a mi coche, me subí y cuando West se montó aceleré.

-Un momento Al, ¿Y mi coche que pasa?
-Vamos, tenemos que irnos, después te traeré.
-Dame un segundo – Se bajo del vehículo. - Tira tu, ahora iré yo detrás.

Arranqué y avancé hacía la carretera. La cosa se estaba poniendo fea allí, algo muy fuerte a tenido que pasar para que hubiera tanta prensa y tanto vehículo policial.
Me puse el manos libres en el oído y llamé a West que me seguía de cerca con su coche.

-Tienes que cambiar de coche West – Le dije mirando por el retrovisor mientras sonreía. - Eres un hombre de prestigio como para ir en ese cacharro.
-¿A donde vamos ahora? - Me cambió de tema.
-En la habitación del motel había unos folletos promocionales de un pueblo que hay por aquí cerca.
-¿Alma Weslym la paranoica quiere ir a un pueblo?
-Bueno, es un pueblo rural en el que la gente suele ir en la época de caza. Tengo entendido que hasta dentro de dos meses no habrá turistas.
-¿Y eso como demonios lo sabes?
-Llamé ayer... me tentaba la idea de un pueblo solitario para descansar.
-Creo recordar que esa idea fue mía y no te hizo gracia.
-Tienes razón West, todo este asunto me está haciendo perder la cabeza. - Suspiré triste. - Después hablamos cuando lleguemos, sígueme todo el camino.

Durante todo el camino no volvieron a entablar conversación, siguieron la carretera haciendo caso a las indicaciones que había en pequeños carteles.
Estaba anocheciendo y la oscuridad estaba ganando terreno poco a poco. Hacía frío y el silencio era cortado por el viento que se podía escuchar incluso con las ventanas cerradas.
A lo lejos se veía como un foco de luz, un punto rojizo que se veía aislado en medio de la noche tapado por el bosque que abrazada la carretera. Conforme me acercaba ese punto iba creciendo, dejando ver la luz. Cuando llegamos vimos un coche de policía y uno que parecía deshabitado, como si lo hubieran dejado abandonado por alguna razón sin previo aviso. Ahora veía que era esa luz que veía a lo lejos. Eran Bengalas de emergencia que había puesto la policía.

Fui despacio hasta el policía que había mas cercano y bajé la ventanilla del coche mientras paraba.

-Perdone. - Llamé su atención. -¿Qué ocurre?
-Nos han informado que estaba este vehículo abandonado en plena carretera.
-¿Se puede pasar? Vamos al pueblo de al lado.
-Ir por esa zona de allí, pegaros lo mas posible a la curva de la derecha.
-Gracias Agente.

Avanzamos despacio intentando no pensar en lo que había ocurrido. Era normal verse coches abandonados....¿Desde cuando Alma? Me gritó mi mente.
Había algo raro en todo aquello y mi cuerpo se heló al ver unas ligeras manchas en el capó del coche al pasar por su lado.
Rápidamente vi que esa sangre estaba acompañada de una abolladura, ese coche necesitaría pasar por mucha chapa y pintura desde luego. Había atropellado a un animal, parecía un ciervo lo que había por alrededor tirado en el suelo.

Supuse que me estaría acercando a la zona de caza del pueblo donde íbamos.

“Welcome to Rural Hunting”
Ese era el cartel que nos dio la bienvenida al llegar al pueblo. Aparentemente todo tranquilo, sin nadie que molestara u observara nada. Me tranquilizó saber que por una vez podría sentirme libre de prejuicios y miramientos por parte de los demás.

Paramos el coche y entramos en una pequeña cafetería que vimos brillar en medio de tanta oscuridad de la noche. Era discreta, pequeña... y de pueblo. Tenía ese toque peliculero con baldosas blancas y negras, animales disecados en las paredes y una camarera de mediana edad en la barra con una gran jarra de café. Estaba sola, apenas había dos viejos con pinta de moteros que me miraron al entrar. Me sonrieron y le devolví la sonrisa.
Llevaban un pañuelo en la cabeza, chaqueta de cuero y varios adornos de metal. Parecían los típicos moteros que amaban la carretera y el peligro. Claro que con su edad no estarían ya para esos trotes.

Detrás de mi entró West. Se quedó mirando a la camarera con cara de bobo.

-Dos cafés por favor.

Le hice un gesto para sentarnos en una mesa aislada de la poca clientela que había. Dejé mi bolso a un lado y le miré.

-Tenemos que encontrar algún sitio para quedarnos aquí, no se, puede que esa camarera quiera recomendarte algo - Le guiñé un ojo.
-No entiendo de que hablas. - Se hizo el disimulado.

Me había dado cuenta de que le había gustado y me alegré por él. Vimos que se acercaba con la jarra de café y dos tazas. “Buenas noches” nos dijo y nos sirvió.

-Gracias. - Miré su placa . - Rensy.
Sonrió.
-Disculpe, acabamos de llegar al pueblo y no sabemos donde buscar alojamiento. ¿Podría recomendarnos algún sitio donde pasar unos días?
-Hay un sitio no muy lejos de aquí donde el dueño, Stanly tiene una cabaña cerca del bosque.
-Gracias, ¿nos puede indicar como llegar allí?
-Déjeme mirar, creo que tengo un folleto por aquí que puede serles de ayuda.
-Muchas gracias, Rensy.


Nos habíamos tomado el café cuando vimos a Rensy coger una bandeja y acercarse a nosotros. En ella había una jarra de café, dos platos pequeños con algún dulce y un papel.

-Tome, aquí en este folleto hay un mapa con la ubicación para llegar.
-Gracias. - Cogí el papel y vi que nos servía los platos con una especie de postre. - Lo siento nosotros no hemos pedido nada mas.
-Invitación de la casa. - Sonrió mientras nos servía mas café. - Han venido en una época poco transitada por los turistas, lo menos que puedo hacer es hacer que se sienten cómodos aquí. Además que no pueden irse sin probar la especialidad de la casa. Es la mejor tarta de manzana de todo el condado.
West y yo nos miramos y aceptamos el presente de recibimiento.

-Muchas gracias, es muy amable.

Terminamos de comer y nos fuimos, lo mínimo que podíamos hacer era dejarle buena propina por tanta amabilidad.

Eran pasadas las 10 de la noche. Siguiendo las indicaciones del folleto de Rensy llegamos a una zona apartada, cerca del lago. Me bajé del coche y sólo escuchaba el silencio y los sonidos de distintos animales que no se apreciaban con la vista. Fui a la casa que había y llamé a la puerta. Al cabo de unos segundos me abrió un hombre de unos cincuenta y tantos, canoso, con barba y pelo largo atado con una coleta. Vestía de una manera muy rural.

Me miró de arriba a bajo.

-Buenas noches, ¿es usted Stanly?
-Si, soy yo. - Me dio otro repaso con la vista. - ¿Quién es usted?
-Me llamo Alma Weslym. Me han recomendado que hable con usted para un alojamiento durante unos días.
-¿Viene sola?
-No, él es West. - Señalé a mi representante y amigo para que el hombre le viera. - Rensy, la camarera, me ha dicho que poseé una cabaña que nos podría alquilar.
-Si, claro. Pasen un momento por favor. - Me indicó con un gesto que pasara por delante de él.
-Gracias. West vendrá en seguida. - Dije mientras escuchaba cerrar la puerta del coche de mi compañero.

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