Alma Weslym: Mordiscos de Realidad - Capítulo 3 Hágase la luz

Alma Weslym: Mordiscos de Realidad


Capítulo 3
Hágase la luz



Cuando entré en la cabaña de Stanly me quedé frente a la puerta, junto a él, esperando que West se decidiera a entrar. Mientras tanto observé de arriba abajo el lugar donde vivía ese hombre.
Sin duda alguna le gustaba la caza, se podía ver en las paredes varias escopetas colgadas, cabezas de ciervo y otros animales disecados y en el suelo tenía unas alfombras de piel realmente preciosas. Lo único que me sorprendió fue ver como al lado de las armas de caza tenía revólveres colgados. Nunca había escuchado que se utilizaran para esta práctica.

Salí de mi ensimismamiento cuando Stanly llamó mi atención. Asentí, aunque no había escuchado nada de lo último que había dicho.

- Alma, ¿estás bien? - West se acercó y me preguntó cerca del oído. - Pareces distraída.
- Perdona. - Me disculpé con una sonrisa. - Estoy un poco cansada hoy. ¿Podría repetirme lo último que me ha dicho, Señor Stanly?
- Le decía, señorita.... - Me miró con la boca entre abierta. - ¿Como ha dicho que se llama?
- Alma. - Intenté evitar mi apellido, pero sabía que realmente me preguntaba por eso. - Weslym, me llamo Alma Weslym.
- Me resulta familiar. - Se puso un dedo en la barbilla intentando recordar de donde me conocía. - ¿Ha venido usted antes por aquí?
- No, es la primera vez que vengo. Tengo un nombre muy común. - Intenté evadir un poco la situación.
- Lo dudo señorita Weslym, es un nombre algo extraño. - Continuó sin dejar de mirarme. - Como le decía señorita Weslym tengo una cabaña cerca del pozo del pueblo, es la única que hay y lleva un tiempo sin ser habitada. Las condiciones habitables no serán las mejores.
- Sólo serán unos días, podemos acostumbrarnos para tan poco tiempo.
- La última vez que fui... - añadió mientras se acercaba a un mueble que había en su pared y lo abría. - La luz no funcionaba con normalidad, tenía que utilizarse el agua del pozo por que las tuberías de la cabaña estaban estropeadas y la calefacción no era la mejor.- Sacó una llave y me la entregó. - ¿Aún quiere esa cabaña?
- Claro, como hemos dicho, sólo serán unos días. No busco un hotel de cuatro estrellas ni una suite de lujo. - Cogí la llave pero algo en mi desconfiaba de esta situación, parecía como si no quiera que fuera su inquilina.
- Usted decide, yo sólo debo informarle, no me gusta mentir a mis huéspedes.
- Le agradezco su sinceridad señor Stanly.

Habíamos terminado de negociar el pago y ahora estaba explicándome con un mapa sobre la mesa como llegar a la cabaña del pozo. Se dirigió a una especie de baúl que tenía en una de las habitaciones y sacó una linterna y un paquete de pilas. Me pareció extraño, normalmente cuando alquilas una casa no te suelen dar este tipo de presentes.

- Como le he comentado, la electricidad no está en sus mejores condiciones, será mejor que se lleve esto por si lo necesita.
- Gracias. - Acepté lo que me dio con agradecimiento. En sus ojos había un tipo de sentimiento que no lograba descifrar.
- No quiero ser inoportuno pero, ¿A qué se dedica?

Me puse nerviosa ante la pregunta y reaccioné mirando a West con cara de no saber que decir.

- Soy escritora . - Dije finalmente rezando por que no me conociera.
- Ya veo... - Por extraño que parezca no pude descubrir si estaba sorprendido o no. - Por eso me sonaría su cara, señorita Weslym.
- Bueno, será mejor que nos vayamos, necesitamos descansar del viaje. - Intenté escabullirme antes de que hablásemos mas de mi profesión o de mi.
- Si claro, perdone. - Se disculpó y se dirigió a la puerta, la cual abrió y me cedió el paso con caballerosidad. - Tenga cuidado señorita . - Le miré con cara de interrogación por recomendación. - La noche en este pueblo suele ser muy oscura por que el bosque no deja entrever mucha claridad y hay un camino que no es precisamente corto hasta la cabaña.
- Gracias, tendremos cuidado. - Salí por la puerta y antes de irme definitivamente me giré. - Señor Stanly...
- ¿Sí?
- Le agradecería que mi visita quedase entre usted y yo, ya sabe como es la gente cuando alguien que no es anónimo viaja a algún pueblo.
- Por supuesto. Aunque dudo que Rensy no le haya comentado nada al respecto.
- ¿Por qué lo dice?
- Ya se de que me sonaba su cara. - sonrió. - Cuando me dijo que era escritora caí en la cuenta de que le había visto en la cafetería de Rensy. Siempre anda con un libro en la barra cuando no está sirviendo y uno de ellos era suyo.
- Pues no me comentó nada, se mostró muy agradable pero nada mas.
- Es camarera y con el tiempo ha comprendido que la discreción es lo mejor, no le dirá nada si usted no se lo pide.
- Realmente me alegra oír eso. Se está haciendo tarde, gracias por todo.


West y yo nos subimos cada uno a nuestro coche y pusimos rumbo hacía nuestra futura estancia. Stanly tenía razón, la noche allí era excesivamente oscura, si no tuviera los faros del coche encendidos sería imposible avanzar. No era como en la ciudad o en los pueblos normales que siempre había algo de luz por la luna, aquí la luna era extraña y los árboles tapaban la poca luz que generaba.
No se oía nada en la carretera, absolutamente nada. Todo estaba muy desierto, solitario y no se escuchaban ni los animales que se deberían oir.
Llegamos a la cabaña y nos bajamos del coche.

Era una cabaña típica, de madera, con un pequeño porche donde había un banquito blanco desportillado.
La puerta principal estaba cubierta por una fina tela de araña en la esquina y en el pomo, señales de que como había dicho Stanly, había estado sin inquilinos un buen tiempo. A unos pasos de las escaleras del porche había un pozo enorme, mas grande de lo normal con un cubo en la parte de arriba. En el extremo del arco había una figura de un cuervo.

Entramos en la cabaña y el olor a humedad y cerrado era muy evidente. Pulsé el interruptor y a pesar de los avisos del dueño, la luz se encendió, aunque tintineaba todo rato de manera desagradable hasta que finalmente se apagó.
Salí fuera a buscar el generador mientras West se quedaba en la cabaña a oscuras alumbrando con su móvil. Me había llevado la linterna para encontrar los fusibles. Entré en una pequeña instalación techada que había cerca del pozo y de la casa y ahí estaba, un gran generador. En una mesita de al lado había una pequeña caja con fusibles, los cambié y vi desde la puerta que la luz de la casa se veía por la ventana.

Entré dentro y busqué a West, supuse que había subido arriba así que mientras bajaba fui al coche por mis cosas.

Hacia algo de frío, intenté poner el calefactor y al tercer intento por fin arrancó, aunque era cierto que no iba muy bien, pero al menos nos haría la noche un poco mas llevadera.
Me senté en el sofá, saqué de la caja que me había traído West hoy mis libros y le eché una ojeada por encima. Saqué mi primer libro.

"Alma Weslym: El extraño reloj"

Encendí una pequeña lámapara que había en la mesita auxiliar, me tumbé en el sofá y me eché una manta por las piernas. Abrí el libro y justo cuando iba a comenzar a leer o mas bien a echarle un ojo intentando encontrar algo, los gritos de West me interrumpieron.

Bajaba por las escaleras corriendo con gran excitación.

- Ey Al, adivina que he encontrado. - Podía ver en sus ojos que tenía un brillo como el de un niño pequeño, después de encontrar un nuevo juguete.
- ¿Que West?
- Sube, tienes que verlo.
- Iba a leer mi libro, ¿no lo puedo ver mañana?
- Te va a gustar, creeme.
- Está bien.
Me levanté del sofá sin ganas pero había sido un día largo y lo último que me apetecía era discutir o enfadarme. Cosa que no tardo en pasar.
Cuando subí las escaleras y entré en la habitación que me estaba señalando pude ver una máquina de escribir encima de un escritorio con un fajo de folios en blanco al lado.

- ¿Qué es eso? - Pregunté con ligera indignación.
- Una máquina, como la que usas tu.
- Si, eso ya lo sé. ¿La has traído a traición?
- ¿Qué? ¡No! Estaba ahí.
- ¿Pretendes qué crea que esta máquina de escribir estaba aquí, con la casa?
- Eso te digo Alma, la he visto aquí, yo no he traído nada.
- Es el único objeto de la casa que está limpio, sin polvo y sin telarañas. ¿crees qué se limpia sola?
- Pues ahora que lo dices...
- No puedo creerlo West, me dices que estoy sometida bajo mucha presión y tu me traes una máquina de escribir.
- Alma yo no...
- ¿Qué hay del, necesitas descansar, estás bajo mucho estrés, no debes agobiarte...?
- Hablando de eso. Mira.- Me entregó un folleto en la que salía un loquero para escritores .
- ¿Qué coño es ésto? - Tiré el papel al suelo.
- ¿Ahora crees qué necesito un psiquiatra para escribir? ¿Qué cojones pasa contigo West?
- No es cosa mía. - Se disculpaba una y otra vez. - Te juro que estaba todo en esta habitación.
- Me cuesta de creer. Acabamos de venir a la única cabaña en toda la zona y de casualidad. - Señalé con la mano al escritorio. - Nos encontramos, no espera, te encuentras tú, una máquina de escribir, unos folios y un panfleto de un doctor que según pone ahí ayuda a escritores frustrados.
- ¿Crees qué lo he preparado yo? - Me preguntó sorprendido.
- Yo no se que creer, esto es tan raro que no se que pensar. No veo muy normal que en un pueblo de caza haya alguien que trate a escritores. Podría entender que hubiera alguien que trate a cazadores, pero a escritores...¿Esto es una broma? Por que si lo es no tiene gracia.

Estaba muy cabreada, había confiado en West, sabía todo de mi vida al igual que sabía que escribir para mi se había terminado y que era imposible. La situación en los últimos meses se había hecho insostenible y no podía centrarme en escribir ni un sólo párrafo mas.
Quizás él había preparado todo esto, quizás había puesto los folletos de este sitio allí, en el motel, para traerme aquí y hacerme escribir de nuevo. Después de todo mis libros habían generado éxito tanto en su carrera como en la mía y el dinero mueve el mundo, incluso a los amigos.

Sentía una parte de decepción mezclarse con la pena, la frustración y la ira. Salí de la habitación dando un portazo y me bajé al salón. Volvimos a sufrir un apagón y salí a arreglar ese maldito trasto otra vez. Cuando escuché a West llamarme entre gritos.
Estaba muy cabreada e ignoré su llamada. Oí un fuerte golpe y cuando miré vi una sombra oscura cerca del pozo que se desvaneció al instante. Pensé que podía ser de algún pájaro o algo similar, producto de la poca luz que había. No veía nada, no escuché a West volver a nombrarme. Fui a la parte donde estaban los fusibles y los volví a conectar. La luz volvió.

Me metí en la casa y llamé a West, pero no respondía. Subí a la habitación de arríba y vi a mi amigo en el suelo, boca abajo. No se movía no hablaba, estaba inconsciente y no había signos de que se hubiera dado ningún golpe.
Saqué mi móvil para llamar al 112 y no tenía cobertura. "Malditos pueblos" maldecía mientras tiraba el móvil.

-Eh West, venga, espabila. - Le zarandeaba pero no reaccionaba. - Vamos hombre, no puedes ni discutir con una chica, si deberías estar acostumbrado ya. - Bromeaba con la situación. - Vamos reacciona.

Acerqué mi oído a su pecho a ver si lograba escuchar su corazón. Estaba vivo pero no reaccionaba, como si se hubiera desmayado. Me pregunté que le podría haber pasado por que hasta hace unos minutos estaba bien. La idea de que le hubiera dado un infarto la descarté. No sabía que demonios le había ocurrido para quedarse así. Lo arrastré como pude a la cama y me senté a su lado esperando que volviera en si.

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