La conversación +18 [Lesbico, trío] [Relato Anónimo]
Éste es un relato que NO he escrito yo. Su autor/a me lo ha hecho llegar a mí para que lo publique en su nombre. Él/Ella prefiere mantener su anonimato. El relato es totalmente ficticio, cualquier parecido con alguna situación o con los nombres de las protagonistas será pura coincidencia.
La conversación
Llaman al teléfono. Miro la hora en el reloj despertador de mi mesilla de noche. Las 8:30. Mi pareja acaba de irse hace media hora, y no le espero hasta la tarde para cenar. Dudo mucho que sea él. ¿Quién podrá ser? Me levanto, aún somnolienta, y contesto al teléfono, mitad cabreada por interrumpirme el sueño y mitad intrigada acerca de la persona que llamase a estas horas. ¿Quién llama hoy en día existiendo wasap?
- ¿Sí? ¿Quién es? – pregunto al contestar.
- María Isabel, buenos días. – Me responde mi amiga Jessica desde el otro lado.
- Bien, Jess – contesto lo más educadamente posible. - ¿Ocurre algo?
- Tenemos que hablar. Ya sabes de qué. – Y bien que lo sabía. - ¿Podemos vernos esta tarde, quizás después de comer? Ahora mismo marcho para el trabajo, pero salgo a las tres. Podría estar ahí a las cuatro.
- Bien, de acuerdo. En mi casa a las cuatro. – Afirmo y cuelgo. Él no llegaría hasta las siete como poco, asique tendríamos tiempo para finiquitar el tema de una vez por todas.
La mañana se me pasa volando entre las tareas del hogar, pero no puedo evitar mirar cada poco tiempo el reloj. Tenía que reconocerlo, me encontraba algo nerviosa. No tenía apetito asique me preparé una ensalada rápida y me la comí de pie en la encimera, pensando en lo que acontecería en pocas horas. Decidí que tenía que tranquilizarme asique me preparé un baño con sales relajantes. Mientras se llenaba la bañera me desnudé frente al espejo. No tenía mal tipo. Algo rellenita, pero sin exagerar. Mejor estar así que las escuchimizadas de las modelos esas, que eran todo huesos. A él le gustaba como era. Sobre todo adoraba mis grandes pechos. Los sopesé con ambas manos. A veces molestaban, pero ver cómo disfrutaba él lo compensaba. También le encantaba mi culo. Le gustaba agarrarlo fuertemente cuando me morreaba. Calla Isabel, calla. Venías a tranquilizarte, no a excitarte. La bañera se había llenado. Miré la hora, las 14:30. Bien, tengo tiempo de sobra. Programo la alarma del móvil para las 15:15 y me meto. Me pongo una toalla en los ojos, intentando no pensar. La cara de ella no deja de aparecérseme. Noto como me mira. Sé sus inclinaciones y no me confundo. Es puro deseo lo que veo en sus ojos. Lo siento en todo mi cuerpo, es algo visceral. Noto como sin pretenderlo me excito. Mis pezones se endurecen. Vuelvo a intentar no pensar. Me pregunto qué pensará él de todo esto. No, no quiero pensarlo. Decido que ya he tenido suficiente baño. Me incorporo y me enjabono rápido, entreteniéndome un poco más de lo debido con mis zonas más sensibles. Me aclaro, teniendo cuidado de no mojar mi hermosa y larga cabellera negra, y salgo de la ducha. Me seco bien y me pongo unas braguitas diminutas de color negro que había llevado, junto con una camiseta blanca sin sujetador. Sentirse deseada nunca viene mal, aunque no sea correspondida. Voy a mi habitación y me pongo un pantalón de chándal, también negro. Estoy en mi casa y la cita es informal. No, cita no, esto no es una cita.
Diez minutos antes de las cuatro llaman a la puerta. Vaya, sí que está ansiosa. Seguro que se ha saltado todos los límites de velocidad para venir aquí. Me miro en el espejo que hay en el hall de la entrada. Me coloco el pelo por delante, de manera que caiga por ambos lados de mi cara acabando en los pechos. Me pellizco las mejillas para darlas un poco de color. No sé por qué estoy haciendo esto. Yo no soy así. No quiero darla falsas esperanzas, pero sienta tan bien sentirse deseada por alguien que no sea tu pareja… Vuelven a llamar a la puerta. Está nerviosa, pero yo también. No la dejo esperar más tiempo y abro la puerta de casa. Allí estaba ella. Sé apreciar la belleza cuando la veo, y ella es el ejemplo perfecto de la palabra. Lleva puesto un top que se ajusta como un guante a su figura. O mucho me equivoco o tampoco lleva puesto el sujetador. Me echo a un lado invitándola a entrar, señalándola el camino de la cocina. Allí estaremos más a gusto, con un par de copas de vino quizás. Al pasar observo que sus vaqueros también son muy ajustados, realzando su culo. Me lo quedo mirando según avanza, no puedo evitarlo. Creo que es debido al movimiento de ella al andar, seguro que adrede. Entra y la ofrezco vino, sacando dos copas y sirviéndola un tinto. Quizás una buena copa me despeje las ideas. Bebemos un buen sorbo observándonos en silencio, mirándonos a los ojos. En un momento dado ella baja la mirada, recorriéndome el cuerpo con los ojos. Noto que el pelo se me ha movido al quedarse ella observando un par de segundos más de la cuenta mis pechos. Se ha dado cuenta que no llevo sujetador. Se relame los labios. Quizás esto no sea una buena idea. Apuro el resto de mi copa de un trago.
- María Isabel – susurra abriendo muy poco sus carnosos labios. No sé cómo ha conseguido que mi nombre suene tan arrebatadoramente sexy. No puedo dejar de observarlos, mientras ella se pasa la lengua por ellos. Levanto la mirada y veo que me está mirando fijamente, con un brillo distinto en sus ojos.
Me pongo a rellenar mi vacía copa de vino, apartando la mirada. No puedo evitar sonrojarme, esta vez de verdad. Isabel, respira, tranquilízate joder. No puedo. Ella ha aprovechado el momento para acercarse a dos grandes zancadas, dejando su copa en la encimera. Me quita suavemente la copa y la botella de las manos. Siento una descarga eléctrica cuando nuestros dedos se rozan. Sé que ella también lo ha sentido. Me mira a los ojos, separados escasamente por unos centímetros. Me muerdo el labio. Ella entreabre los suyos y vuelve a susurrar mi nombre completo. No puedo controlarme. Mi cuerpo actúa por su cuenta. Noto como mis pechos reaccionan. Mis labios también se entreabren, expectantes. Ella se inclina y me besa delicadamente primero, con pasión después. La devuelvo el beso, provocando una lucha de voluntades con nuestras lenguas. Noto como sus manos recorren mi cuerpo. Las mías no corresponden. Mis brazos están perpendicularmente a mi cuerpo. Todo esto es nuevo para mí. Ella no nota y se separa. No debería, pero que se detenga me frustra. Besa de maravilla, lo estaba disfrutando. Ella me mira y susurra que poco a poco, que confíe en ella.
Agarra el límite de mi camiseta y tira para arriba. Con algo vergüenza alzo los brazos para facilitarla la tarea de desnudarme de cintura para arriba. Mis pechos quedan al descubierto. Observo como ella los mira con pasión. Mis pezones ya están erectos. Ella se agacha sin mediar palabra, introduciéndose uno en la boca, succionando con fuerza. Con la otra mano me masajea el pecho libre de su boca. No puedo impedir gemir. Ella me mira, sin dejar de chupar y dar suaves mordiscos en la punta de mis senos. Descargas eléctricas me recorren, yendo todas a parar en mi ya excitado sexo. Ella se incorpora y se quita el top, yendo a acabar junto a mi camiseta, tiradas ambas prendas en el suelo de la cocina. Suavemente, pero con determinación, coge mis manos y las lleva a sus pechos. Son más pequeños que los míos, pero llenan mis manos. Los amaso al principio tímidamente, pasando a tomarme mayores confianzas según noto que su excitación aumenta, percibiéndolo en los sonidos que salen de sus labios entreabiertos y sintiendo el crecimiento que detecto bajo mis palmas. Procedo a imitarla, agachándome y saboreándolos. Es una sensación nueva para mí, pero no me desagrada. Intercambié mi boca de pecho varias veces, hasta que ella tira de mi cabeza hacia arriba y me besa con ardor. Poco a poco, sin dejar de besarnos, nos movemos en busca de mi alcoba. Ya no tengo pensamientos. No existo como persona. Todo mi ser lo ocupa ahora sentimientos nuevos y sexualidad. Se nota en el ambiente, se palpa. Llegamos a la habitación, y nos tendemos en la cama de matrimonio, ella sobre mí. Separa los labios de los míos y pasa a besarme los lóbulos de las orejas, por detrás de ellas, bajando al cuello, donde se retiene un poco. Me está excitando al máximo, y ella lo sabe. Poco a poco va bajando. Me besa los brazos, las axilas, el interior de los mismos, desde el codo hasta las muñecas, saboreando mis dedos uno a uno, repitiendo lo mismo con los dos. Vuelve otra vez a besarme en la boca, demasiado poco tiempo para mi gusto, bajando para ocuparse del otro lado de mi cabeza, volviendo a detenerse en mi cuello.
Al final llega a mis pechos de nuevo, entreteniéndose con ellos. Noto como una de sus piernas está entre las mías, rozando con su rodilla mi sexo. El pantalón me estorba. Muevo la cintura, intentando con el roce liberar la tensión acumulada. Ella lo nota, me mira a los ojos y me sonríe. Abre mis piernas y se coloca en medio de ambas, pero teniendo cuidado de no rozarme. Quiere llevarme al límite, y lo está consiguiendo. Vuelve a besarme en los labios y baja de nuevo a jugar con mis tetas, pero sin detenerse más que unos instantes, continuando el camino, y deteniéndose en mi ombligo. Juguetea con él con la lengua, introduciéndola. Sus manos soban mis senos, jugueteando con sus dedos índice y corazón con mis erectos pezones. Al final creo que se va a apiadar de mí. Se incorpora y agarra la cintura de mi pantalón. Se levanta y me los quita. Yo la ayudo levantando la cintura. Casi no me reconozco, soy toda deseo y lujuria. Ella observa mis finas bragas negras de encaje, tan pequeñitas que apenas ocultan nada a la imaginación. Sonríe y vuelve a agacharse en la cama, yendo en esa dirección, pero ante mi sorpresa y frustración no me las quita, sino que pasa a besar la parte interna de mi muslo. Muy cerca. Justo al lado. Sigue besándome la pierna, pero moviéndose en la otra dirección, pasando por la cara interna de mi rodilla, en dirección contraria de la que me gustaría. Se incorpora levantando mi pierna, llegando a mi pie. Los besa con pasión. Recorre con sus uñas bien cuidadas la planta de mis pies, mientras se deleita mordisqueando mis dedos, lamiéndolos, jugueteando con su lengua con ellos. Otra vez se suceden las descargas. Mi cuerpo reacciona a todo lo que hace. Acumulo más tensión. Vuelve a agacharse repitiendo la misma operación. Estoy completamente sofocada. Creo que voy a correrme y aún no me ha tocado ahí. Es el único sitio donde no me ha tocado ni besado.
- María Isabel – vuelve a susurrarme, jugueteando con mi otro pie, entre dedo y dedo. Alcanzo a mirarla, expectante de lo que quiere decirme. – Córrete para mí – me dice desafiante.
Según lo dice vuelve a ocuparse de mis dedos del pie, uno por uno, mientras no deja de mirarme. Ocurre lo inevitable. Me dejo ir, arqueando mi cintura. Joder, ha sido devastador. Cuando cesa ella se inclina sobre mí y me besa. Yo la devuelvo el beso, sorprendiéndome cuando noto su mano colándose en mis braguitas, introduciendo dos dedos dentro de mí. No puedo evitar gemir de nuevo. Ella los retira y se los lleva a la boca, chupándolos, relamiéndose. Sin saber por qué eso me excita aún más. Se levanta decidida, dándose la vuelta y desnudándose por completo. Observo su hermoso culo en todo su esplendor. Vuelve a girarse y va directa a quitarme las bragas. Las pasa por mis pies y se las lleva a la cara, aspirando su aroma. Me sonrojo al saber que está oliendo el producto de mi clímax. Me sonrojo aún más cuando la oigo murmurar “exquisito”. Vuelve a la cama y esta vez va directa a mi coño, lamiéndomelo de arriba abajo. Noto como la tensión vuelve. Percibo cada experto movimiento que realiza su lengua. Me está llevando rápidamente, más de lo que habría imaginado. Introduce dos dedos y empieza a moverlos con rapidez, en círculos, sacándolos y volviéndolos a meter, en rápida sucesión, mientras no da descanso a su lengua. Jadeo cada vez más fuerte. Joder, voy a volver a correrme sin remedio.
De repente ocurre lo inesperado. Justo cuando me vuelvo a dejar ir, alcanzándome el éxtasis más fuerte si cabe que antes, se abre la puerta de la habitación, entrando él. No puedo ni prestarle atención, solo puedo gritar de placer. Jess, mientras, saborea, directamente de la fuente, el producto de sus esfuerzos, que tan bien se había ganado. Cuando consigo abrir los ojos me encuentro con la mirada de él. Está anonadado, pero también completamente excitado. Se advierte claramente en el producto del pantalón. De perdidos al río pienso. No digo nada, solo estiro los brazos hacia él. Ella se percata entonces de su presencia, quedándose parada a la espera de lo que sucedería. Él se acerca, también sin mediar palabra, y empieza a desnudarse. Cuando alcanza la cama ya está completamente desnudo. Creo que nunca lo había hecho tan deprisa. Su pene queda a la altura de mi cada, quedando perfectamente a la vista su tremenda erección. Parece más grande incluso que habitualmente. Como buenamente puedo me incorporo, acercando mi boca, besándosela al alcanzarla. Me pongo de rodillas en la cama y me la introduzco en la boca, de golpe. Mis pechos quedan colgando y él los alcanza con sus manos. Pero sy no quiere quedarse atrás. Ella también quiere jugar. Se acerca gateando melosamente, aparta uno de los brazos de él, y empieza a besarle los huevos. Nos turnamos y cambiamos nuestras posiciones. Él masajea uno de mis pechos mientras con la otra mano masajea uno de ella. En un momento dado fuimos a por el miembro viril a la vez, lamiéndoselo desde ambos lados simultáneamente. Él pasó a agarrar las dos cabezas y empezó a moverse adelante y atrás, sujetando nuestros labios contra el tronco de su polla, pajeándose con las dos.
En un momento dado decidió que era suficiente, nos apartó, y me tumbó de espaldas, agarrándome la cintura y tirando de mí, ensartándome de golpe. Jessica, que también quería su parte de la diversión, fue hasta mi cabeza, poniéndose de rodillas de cara a mi marido encima de mi boca. Supe lo que quería. Nunca le había comido el coño a ninguna mujer. Joder, hasta esta misma mañana ni se me habría pasado por la cabeza. Sin embargo no dudé. Saqué la lengua y bajé su cuerpo un poco más, de manera que pudiera corresponder a sus atenciones de antes. No era experta en la materia, pero aprendo rápido, notando en las vibraciones de ella que estaba disfrutando. Él, observando cómo le comía el coño a otra mujer, mientras ésta se acariciaba los pechos con verdadera fogosidad, se volvió como loco, arremetiendo sin piedad contra mi sexo, marcando un ritmo realmente digno de verse, y de sentirse. Estaba llegando por tercera vez al límite, lo que provocaba que a mí vez yo actuase con más determinación, intentando que ella también llegase a un más que merecido orgasmo.
Me sorprendió apreciar que quería tanto que ella llegase a tenerlo como disfrutar del mío. Se lo merecía. Me dediqué a ello con todo mi empeño, mientras sentía cada una de las embestidas de él. Supe que llegaba antes incluso que lo tuviera. No pudo aguantar estar en esa posición y quedó de rodillas, cayendo con su sexo en mi boca. Seguí sin parar y, dando un grito que tendría que haberse escuchado en varias manzanas a la redonda, se corrió directamente en mi boca. En ese momento de puro éxtasis yo también alcancé el mío, aunque mi grito quedó absorbido por el sexo de ella. Cuando se repuso se apartó como pudo, gateando, y se quedó colocada al lado mía. Él la observó y me miró, como solicitando permiso. Yo asentí con la cabeza. En este momento no me importaba. Él salió de mí y dedicó sus atenciones a ella, que, dándose cuenta, se dio la vuelta, bajo las piernas al suelo y elevó su imponente culo, ofreciéndole acceso desde atrás. No necesitó más permiso. De una sola estocada la insertó, cabalgándola desde atrás. Ella llevó su mano también a su sexo, moviéndola mientras era perforada sin piedad. Yo les observaba sin ánimo de participar, completamente saciada. Al final ella volvió a llegar rápidamente al orgasmo, aprisionando su miembro en el interior, haciendo soltar un juramento. Ella cayó sobre la cama, satisfecha también. Entonces me di cuenta que él no se había corrido aún, nos observaba a los dos pajeándose con la mano lentamente. Era de lo más erótico. Jessica, que había subido por completo a la cama a mi altura también lo observaba. Para mi sorpresa levantó los pies, relevando a la mano de él, pajeándole con los mismos. Yo contribuí a su excitación levantando mis pechos y chupándomelos con la lengua, ventajas de tener una talla grande. Eso terminó de volverse loco. Sujetó los pies de Jess, cada vez con mayor velocidad, hasta que se corrió en ellos. Yo me revolví rápido, quería mi parte de su manjar. Acerqué mi boca lo más rápido que pude y él repartió la corrida entre los pies de ella y mi boca, aceptando el ofrecimiento.
Después se tumbó a mi lado, quedando yo en el medio de los dos cuerpos. Sin darnos cuenta nos quedamos dormidos. Al despertar ella se había ido, pero él seguía a mi lado, durmiendo con una sonrisa en los labios, la misma que supuse tenía yo en los míos. Al final, justo antes de volver a dormirme, caí en la cuenta de que no habíamos tenido la conversación.
¿Anónimo? ¿Entonces no es tuyo? ¿Y por qué no da la cara? Bueno, sus razones tendrá, digo yo.
ResponderEliminarPor la forma de expresarse diría que es mujer, además que se mete a narrar desde el punto de vista femenino y no del chico.
Sobre el relato pues muy bien escrito, la verdad, alguna palabra descriptiva repetida de más, pero bueno. Y bastante excitante (al menos para mí, que soy tío xD). Desde luego creo que esa fantasía la hemos tenido todos los hombres en algún momento dado jajajajaja.
Otra curiosidad es porqué no nos dice en ningún momento el nombre de él. Aunque bueno, supongo que porque querrá centrarse más en la relación de las dos mujeres. El final parece como que lo deja abierto ¿tendremos segunda parte en esa... conversación? Jajajaja.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Buen relato! La verdad es que nunca había leído un relato de este tipo tan bien escrito ya que el resto o tenia algunas faltas o la historia era algo rara. Me gustaría saber quien es el autor/a para decírselo personalmente. ¡Un beso!
ResponderEliminarBueno, debo comentar yo también. Como he dicho no es mío y su autor/a me lo ha hecho llegar. Al leerlo debo decir que me ha encantado. Primero por que la narración es exquisita y te permite meterte en todo momento en la piel de la protagonista y segundo, por que va directo al grano, no se detiene en relleno para llevarnos al punto de la historia.
ResponderEliminarMuy bien escrito, excitante y muy original. Ya le di a su autor/a las felicitaciones personalmente, pero era apropiado hacerlo también aquí :) Espero mas, o ¿una segunda parte?
Por cierto, debo recordar una cosa, por si se me pasó antes comentarla. Su autor/a sigue de cerca los comentarios, por lo que todo el que le guste y quiera hacerselo saber, que sepa que los lee :)
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